lunes, 25 de abril de 2011

Cómo suena un cante de cisne cuando nadie lo escucha


tu cuerpo no pega
con nada
se hizo hielo
y ya
todo le resbala
y sigue cantando
pero cantando
estrofas de mala estrella
que ya
nadie re-cuerda
mañana serás fénix que revive
pero hoy
sólo eres canto de cisne
(del que nadie se entera)

lunes, 18 de abril de 2011

¿Y si no decimos más que tonterías?

Retrotraerse en un verbo muy extraño. Hace poco, se ha encontrado otra pista que indica que, seguramente, la flecha del tiempo (que ya indica cierta inclinación y predisposición hacia un lado, generalmente la derecha, en el imaginario colectivo) puede que tenga un sentido único. Esto haría imposibles los viajes en el tiempo (lástima!!). En este sentido, el verbo al que hago referencia viene a ser como llevarle la contraria a la flecha del tiempo. La forma de explicarlo sería "traerse para atrás" que, aunque parece una mala de traducción del inglés, pongamos por caso de "Back to the Future" o similares, en realidad, lo que viene a practicar es un juego mental muy primario. ¿Quién no ha escuchado a un niño decir el clásico "¿y si...?", unida a cualquier tipo de proposición medianamente absurda. Pues bien, siempre he sentido curiosidad por los" ¿y si..? que acompañan a los prejuicios. ¿Y si los hechos habituales que nos condicionan, ésos que albergamos en nuestro interior como únicos y que, de alguna manera, lo son (es lo que tiene de inconmensurable el sujeto), no fueran más que casualidades. Uno sabe normalmente quién es, cómo ha llegado a ser quién/lo que es, etc. Esto no es ninguna novedad. Uno es capaz de contarse su historia.
Sin embargo, ¿qué pasa cuando uno olvida esos recuerdos que le hacen ser quien es? Las amnesias son el caso más evidente de esta situación. Otra mucho más reciente es el Alzheimer. Una persona que se encuentra en cualquiera de estas dos situaciones (y muchas otras) no está en condiciones de retrotraerse a ciertos momentos. Si no puede contarse su historia, ¿dónde queda su identidad? Si uno no se acuerda de dónde conoció a sus amigos, ni a su pareja, ni de que su abuelo lo llevaba al parque, ¿cuál es la relación que no tiene con sus amigos, con su pareja o con su abuelo? Oliver Sacks ya trata de estos temas ampliamente en algunas de sus obras. Pero, en realidad, más que las personas, a mi me interesan entidades más abstractas, en este caso. Los metarrelatos, término bastante pedante que hace referencia a esta narración interiorizada que uno tiene de sí mismo, de las cosas y de su relación con ellas, son construidos por personas, pero no necesariamente para las personas. Los pueblos tienen metarrelatos, la ciencia tiene metarrelato, los equipos de fútbol, las estrellas de Hollywood tienen metarrelatos (nadie piense que lo que sabe de la vida de Julia Roberts es Julia Roberts, ni que tan siquiera se acerca al relato que la propia Srta. Roberts tiene de sí misma). Incluso las palabras tienen su propio metarrelato, según la suerte de aparecer en ciertos textos o no, quién las utilizó y con qué fin.
Pues bien, a este concepto, un señor que se llamaba Thomas Kuhn le dio el nombre de paradigma. El paradigma es un concepto que ha hecho correr ríos de tinta, algo más de lo común en la discusión de un concepto filosófico-antropológico-sociológico-etcéteralógico (lo que es menos que la que hace correr un Real Madrid-Barça, pero más que el ritual de apareamiento del dragón de Komodo). Y es un concepto que a mí, personalmente, siempre me ha resultado interesante porque de alguna manera da razón de porqué a veces me siento en comunión con otras personas, con cierta idea de pueblo, con algunas palabras e, incluso, con ciertas estrellas de Hollywood.
Sin embargo, retrotrayéndome al principio (espero que siga ahí), lo que me gustaría señalar, ni demostrar ni probar objetivamente, que son palabras muy ajenas a mi paradigma, es que....mierda!!!.......no puede ser...............se me ha olvidado....

domingo, 6 de febrero de 2011

Nuevos símbolos para el mundo árabe

La política internacional no es tan lógica y geoestratégica como algunos piensan, y por eso necesitan escudarse siempre es una logia o grupo en la sombra manejando los hilos. La política internacional, así como el Mercado, como los movimientos sociales, tiene mucho de visceral. Y por ello es impredecible, inconmensurable, irracional. Eso no quiere decir que la parte racional del asunto, los científicos, no hayan intentado comprenderlo, medirlo, razonarlo. Y de esa manera nos encontramos con los discursos de poder.

La “visceralidad” se compone, se mueve y se guía por símbolos. Se mueven y estallan por símbolos como por ejemblo la quema de Don Mohamed Bohuazizi que en un momento dado aunó todas las frustraciones y agonías para transformarlas en un movimiento político.

Se componen y se forman identificaciones con lugares que en verdad no estaban creados para eso. De ahí Tahrir (qué bonita palabra ha aprendido el mundo gracias a los egipcios), la plaza de la liberación, creada para glorificar la revolución de 1952 que generó el nuevo Estado Egipcio, y que luego fue el mismo causante de la opresión. Al igual que pasa con los cánticos nacionales y el número de banderas de Egipto izadas. La re-apropiación del símbolo nacional con un significado creado por la nueva sociedad civil. De esta manera la nación, en el sentido de comunidad, nace ahora de abajo-arriba y no de arriba-abajo como se había dictaminado antes.

Pero estos símbolos también pueden definir y modificar la realidad. Así como Hume proponía que sean las impresiones las que formen la esencia. Pueden definirla como el día de la rabia y pueden modificarla como el “día de la partida” de Mubarak. El “objeto” Mubarak puede que se vaya hoy viernes 4 de enero o no, pero Mubarak “poder” se ha ido. Ha muerto. Ha sufrido un proceso de enterramiento desde el día de su muerte en “el día de la rabia” hasta que su idea se ha ido. Zizek decía que "un hombre sólo es rey porque sus súbditos se comportan ante él como un rey” y Mubarak ahora sólo actúa como tal.

Los símbolos también pueden utilizarse, modificarse por medio de los discursos de poder. De ahí que Irán intente llamarlo “revolución islámica” para cambiar el concepto de “revolución árabe”. Irán no es el mundo árabe, es persa. De ahí que necesite cambiar el adjetivo para poder apropiarse de ellos y decir que la primera revolución islámica fue la iraní de 1979. Pero, como muchos analizan, no tienen nada que ver. Si bien el Sha Mohamed Reza Pahlevi tenía ciertas similitudes con Mubarak: dictador laico, promovido por potencias occidentales y ejerciendo un poder totalitario a pesar de ser una supuesta democracia; la forma que ha tomado la intifada egipcia y tunecina no tienen nada que ver. La iraní fue mucho más partidista, es decir, había un partido en la sombra promoviendo dicha revolución. La egipcia ha sido mucho más popular, y eso lo saben los partidos políticos egipcios que no han querido “apropiarse” de ella, ej. los Hermanos Musulmanes, y están actuando como interlocutores. La segunda gran diferencia es que no hay ningún componete religioso en este levantamiento, y, a pesar de que Mubarak haya inventado conflictos entre musulmanes y cristianos, en la plaza Tahrir se canta: "Musulmanes y Coptos [cristianos] mano a mano por un nuevo amanecer".

Estamos viendo la recreación de nuevos símbolos en el mundo árabe. Estos nuevo símbolos y conceptos están creados de abajo-arriba, mal que le pesen a muchos analistas y políticos. Estos nuevo símbolos son los que regirán el mundo árabe en el nuevo s. XXI y ya no hay marcha atrás. Por ello, tarde o temprano, serán apropiados por palestinos, jordanos, sirios y libaneses. Como ya se está haciendo. El gran problema para algunos es cómo influenciarán estos nuevos símbolos dentro de la estrategia geopolítica de Oriente Medio. Irán e Israel ya no son los únicos actores luchando en una guerra de contención y apropiándose de los simbolos: democracia, islam, occidente, oriente. Y eso va a suponer una perdida de poder e influencia dentro de sus conceptos de proxy war: Israel comienza a no tener aliados y sentirse más solo, Irán pierde influencia en siria, líbano y egipto (con los Hermanos musulmanes, aunqu estos últimos nunca fueron muy pro Iran). Pero no sólo ellos, los estados de la península arábiga, en especial, Arabia Saudita, perderá influencia y un nuevo actor, Al Jazeera (con Qatar por detrás) está ganando mucho más poder.

Los políticos odian las crisis, por eso tenemos el concepto de crisis y conflicto como algo negativo (de nuevo un discurso de poder) pero para la “sociedad”, las crisis y conflictos pueden ser muy positivas ya que implica el debate de las necesidades primarias de la población. Esta época de crisis será horrible para los gobiernos pre establecidos pero una ventana de oportunidad para una nueva sociedad árabe que empieza a surgir.


jueves, 3 de febrero de 2011

Divide y vencerás se dijo Mubarak al 8º día de manifestaciones

Muchísimas conclusiones se pueden sacar de las dos semanas que acaban de pasar en el mundo árabe, pero las consecuencias no podrán preverse y sólo las sabremos, algunas, en un mes, otras, las más importantes, en años.
La primera es la causa. En una mentalidad de causa efecto tendemos a buscar elementos de corto plazo que nos expliquen una situación compleja. Pero esto es imposible. Podemos hablar de la quema a lo bonzo de Don Mohamed Bohuazizi (don porque se ha ganado todos mis respetos), otros hablan del efecto twitter/ facebook y de la influencia de Al-Jazeera, pero todos estos no son más que catalizadores de factores de largo alcance que tenían que explotar. Si existe alguna causa principal, es la confianza absurda tanto de los regímenes árabes como europeos e internacionales, en que no existe una sociedad civil árabe capaz de contestar a su gobierno. En cierta medida parecía verdad, ya comenté en un post anterior como la población palestina ha sido la única que ha plantado cara en todos los países que se encontraba, y, justamente por esta condición, han sido expulsados, odiados y masacrados (septiembre negro y las matanzas de Sabra y Chatila) por sus “hermanos” árabes.
El poder del líder en el mundo árabe no es sólo militar y político, sino cultural, legítimo y sin discusiones. Así encontramos al rey Abdullah de Jordania, los Saud en Arabía Saudi, Mohamed VI en Marruecos... y los que no tenían una legitimidad real la han creado: Mubarak en Egipto, Gaddafi en Libia, Ben Ali en Túnez. Sus caras sonrientes recorren los países a modo de cartel de propiedad: “os recuerdo que todo esto que ves, es mío” y las criticas recorren el silencio o la cárcel. La red nepotista y corrupta que han creado estos líderes laicos se asemeja a la mafia y extiende su radio de influencia hasta lo más profundo de la nación.
La tercera causa, aparte de la confianza extrema en el sistema y el poder del líder, es que para legitimarse internacionalmente estos sistemas se haya envuelto de una especie de “democracia” pero completamente tergiversada por los factores anteriores: con elecciones (amañadas), partidos (familia/redes) e intereses estatales (nacionales, es decir, “si yo soy la nación, para mí y los míos”).
La cuarta, y principal, es una situación social insostenible. Siendo Egipto un país emblemático del desarrollo político y económico para el mundo árabe con Nasser, ha acabado con unos niveles de pobreza y corrupción tales que ha provocado que la gente salga a la calle sin importar por sus vidas.
Pasemos entonces a las tres primeras conclusiones después de una semana de revueltas:
Primera, el lider ha muerto. Puede que las manifestaciones en Egipto tengan éxito inmediato o no (debido a la respuesta violenta de ayer y hoy) pero desde la caída de Ben Ali el concepto del líder se ha desacralizado. Esta sacralización es la piedra angular del poder, como hemos comentado, y una vez rota no se puede volver a componer. Por ello, puede que Mubarak continúe un poco en el poder pero no podrá re-legitimarse. Y esto mismo es lo que asusta al resto de los dirigentes árabes excepto en aquellos donde el “soborno popular” es lo suficientemente poderoso para calmar a sus ciudadanos: Arabia Saudí, Libia y Emiratos Árabes Unidos.
Esta revolución popular me resulta más parecida a las de 1830-1848 que a la de 1989. No por la antigüedad, no quiero caer en el comentario naïf de ver los regímenes árabes como medievales sino por su componente conceptual. Mientras que la de 1989 fue una caída escalonada de un sistema, estas son deslegitimadoras del poder y un escalón de libertad social que no podrá volverse atrás a pesar de que ciertos países tuvieran su “Restauración”, estas revoluciones árabes son las semillas del futuro.
Segunda conclusión, los mal-llamados partidos islamistas están sabiendo jugar sus cartas. Lo que nos lleva a otra subconclusión: el análisis que hacían de la situación política era errónea (por no incluir que intencionadamente) y tergiversada. Los Hermanos Musulmanes de Egipto, Hizzbollah en Líbano y En Nahda en Túnez han decidido que es mejor ser un partido influyente que un partido en el poder. Esto implica dos cambios importantes. Primero que han dejado de ser “totalitarios” en el sentido de querer adentrarse en todas las parcelas del poder público y privado como otros partidos y regímenes sí hacen; y segundo, que están mirando más a la evolución de Turquía que a Irán como ejemplos de estrategia política. Mencionados partidos tendrán que tender a ser poco a poco desdemonizados, pero lo más importante, es que deslegitima la “lucha contra el terrorismo” interna que han legitimado a estos regímenes dictatoriales ante cierta comunidad internacional.
Tercera conclusión, los árabes se han dado cuenta de que el pueblo debe tener y tiene el poder. Los regímenes dictatoriales, al revestirse de “democracia” como ya comentamos, no puede utilizar la fuerza bruta para contrarrestar esta ola de protestas. Por ello, Mubarak se dijo al 8º día de manifestaciones: divide y vencerás. Para contrarrestar las protestas populares necesito al “pueblo”, y está utilizando a sus “redes” y fuerzas de seguridad de paisano para contraatacar a los manifestantes de la Plaza Liberación. Pero al caerse el muro del líder y debido al nivel de desesperación los manifestantes no van a dar marcha atrás con lo que sólo un cambio drástico puede acabar con la tendencia de una suerte de guerra popular que acabe momentáneamente con las protestas pero no con las reivindicaciones.
De ahí que concluyamos que sea más parecida a la revolución de 1830, porque aunque sea dentro de 18 años, todo esto volverá a aparecer. Si a esto le unimos las consecuencias geopolíticas que tendrá una vez se estabilicen los nuevos o viejos gobiernos, se hace más evidente que de aquí a diez años el malconocido como Oriente Próximo no será el mismo. Recordemos las alianzas geopolíticas de finales del s.XIX tras los nuevos Estados y tensiones. Todo ello aderezado con un Israel revisando su agenda de contactos y una guerra de contención contra Irán.
Artículos para tener una mejor opinión que la que doy yo:
SLATE "We Are Making Our Future" A dispatch from the massive protest in Cairo's Tahrir Square.
Slavoj Zizek sobre el cinismo de las potencias occidentales y demás http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2011/feb/01/egypt-tunisia-revolt

Para todo lo demás: The Guardian y Al-Jazzera