viernes, 17 de diciembre de 2010

El curioso objeto de la ideología (boceto para reflexión)

Sigo buscando elementos que me expliquen la identidad política palestina. Por eso he tardado tanto tiempo en escribirte. Es una tarea difícil porque hay que indagar, escarbar una esencia a través de múltiples apariencias y casi todas contradictorias y dolorosas.

Podría, primero, poner dos ejemplos, pinceladas muy sutiles, y luego observar e interpretar las diferentes teorías que me rondan.

Primer ejemplo: resulta que, por razones que no pienso contar, ya que afectan a personas que no conozco personalmente, cierto grupo de europeos empiezan a gritar “Free Palestine” en mitad de un local de Ramallah con internacionales y palestinos, y estos últimos los miran tan extrañados que el coro se calla. Segundo: me contaron que, el año pasado, en Jericó, un conducto palestino forofo del Real Madrid atropelló a dos seguidores palestinos del Barça después del 2-6. “Los activistas son más palestinos que los palestinos así como los palestinos son más forofos de la Liga que los españoles, curioso este sublime objeto de la identidad (política y social)”

Y ahora, vamos con las teorías inconexas. Una de las primeras que me encuentro es el “orientalismo” de Edward Said, donde nos enseña interpretación del mundo árabe que ha hecho la cultura occidental y sobre la cual se han articulado derivaciones e incluso respuestas por parte de ese “mundo árabe”. Es decir, el mundo árabe generó una nueva idea de sí mismo en función a lo que los occidentales pensaban de ellos. Esto lo podemos interpretar en función a un significante y un significado cortados por el Ideal del Yo y el ideal del Otro sobre el Yo, generando un síntoma y un trauma. Puro Zizek o Lacan (si lo hubiera leído en profundidad).

Esta interpretación que hace Said es perfectamente aplicable al caso Palestino, pero con múltiples ramificaciones o apariencias. Por un lado, tenemos las apariencias que nos dan las interpretaciones europeas y por ende, usamericanas: grupos terroristas árabes, grupos de liberación socialistas árabes, partidos corruptos, islamistas, negociadores de paz… todas estas apariencias hacen referencia a una misma esencia con lo que, aunque puedan parecer contradictorias, todas y cada una de ellas poseen parte de esa esencia, son reflejos de un mismo objeto. El problema es que seguimos considerando las apariencias como verdades absolutas, impidiéndonos ver el bosque. Como opinaba mi amigo Imanol haciendo referencia a Hume “habría que preguntarse que si realmente hay tantas apariencias, reflejos de un objeto en muchas direcciones, quizás es que el haz de impresiones forma la sustancia, como decía Hume, y que, realmente, no hay más que vacío, solo unas estructuras que soportan un pueblo (palestino),los más palestinos que los palestinos, que lucha contra otra estructura que soporta a otro pueblo(Israel judíos, como lo quieras llamar) y que no abrigan esperanzas de solución de un conflictoque hace mucho que superó a sus contendientes en pos de una generalización del trauma que supuso la conformación del Estado de Israel, pecado original que no consiguen superar”.

Por ello,surgen preguntas como estas: ¿por qué un miembro de un grupo socialista como Fatah lleva un Mercedes por las calles de Ramallah?, ¿por qué no hay elecciones?, ¿por qué ganó Hamas en poblaciones cristianas como Taybeh?, ¿por qué personajes que cambian de partido son odiados como “traidores” y después de dos años se negocian listas conjuntas entre ellos?… y también surgen grandes errores de movimientos políticos, como un organización europea que se “hermana” con un partido político por un ideario común, pero sucede que el partido palestino va cambiando según los acontecimientos y el acuerdo se mantiene; o que se consideren los partidos palestinos como seculares de corte socialista; o que, como ejemplificaba al principio, existan activistas internacionales más “palestinos” que los propios palestinos.

También tenemos la identidad de Palestina en función del resto de los árabes. En 1948, no existía la cuestión palestina, era una cuestión árabe (identidad que también ha ido variando a lo largo del s. XX, primero bajo la dialéctica de árabe-tribu; luego, árabe-nación; y, más tarde, árabe-islam) y esto duró hasta la guerra del 73. Tres elementos muy importantes cambiaron este hecho: la influencia de la política de Kissinger, el abandono de los países árabes y el reconocimiento de Israel, y los problemas internos con los refugiados palestinos. A partir de ahí, se empezó a generar una identidad palestina de no-jordano, no-sirio, no-libanés, que ha tenido una influencia muy traumática en la formación de la identidad palestina. Pero esta negación ha tenido también otra consecuencia muy importante, a saber, al no identificarse con ningún Poder pre-establecido y al vivir bajo todo tipo de opresiones “extranjeras”, han desarrollado una gran capacidad subversiva, y crítica con el poder., por ello critican abiertamente el gobierno establecido, incluso a Arafat antes de su muerte. Y este hecho es muy característico dentro de un mundo árabe en el que la figura del dirigente está sacralizada.

Asimismo, tenemos otra apariencia, mucho más compleja, la que se ha formado con respecto al Otro/Israel. Una relación opresor-oprimido llena de traumas. Zizek comenta la idea de Adorno de que “la sociedad no existe”, que cualquier intento de definición se ve atrapada “en la oposición entre organicismo e individualismo” y que uno de los síntomas más claros durante la formación de la “sociedad moderna” ha sido el antisemitismo. Al no poder definir positivamente a “la sociedad moderna” ésta se explica negativa y tautológicamente “es lo que no es semita”. La exageración de este discurso organicista han sido, sin duda alguna, el fascismo italiano y el nazismo alemán de los años treinta, un reflejo de la democracia burguesa en el callejón del gato. Recordar que Mussolini definía al Estado Italiano como una suprademocracia donde la voluntad general se expresaba por medio de Il Ducce. Los campos de concentración no fueron inventados por los alemanes, sino por los americanos con los japoneses o por la misma Gran Bretaña en la Guerra de los Boers. El nazismo es el cuadro de Dorian Gray de la sociedad moderna.

Siguiendo este razonamiento, se explicaría que el sistema de opresión israelí sobre los palestinos haya sido comparado con el nazismo. La sociedad israelí ha sido construida en base a la influencia europea del s. XX, un sistema artificial en base a la aliyah que ha congregado identidades de todas partes del mundo. Por ello, al igual que no existe la “sociedad”, no existe Israel, y los palestinos son el síntoma.

La identidad palestina parece que tiene parte de este “resto” formado por la dialéctica entre existencia y síntoma. El gran problema de los palestinos es que este resto está sustentado sobre un sistema de relaciones de poder opresivas que llegan a derivar en síndromes de Estocolmo o en cinismo (“el palestino conoce lo que pasa/hace pero aún así lo hace” haciendo referencia a Zizek que interpreta el concepto de ideologia de Marx: “Ellos no saben lo que hacen pero lo hacen”). Esto podría explicar porqué en las tiendas sigue habiendo productos israelíes a pesar de la política de boicot, los palestinos prefieren leche israelí porque la consideran “mejor”. También podría explicar porqué existe un aumento de solicitudes de permiso para entrar en israel o que existan palestinos trabajando en las colonias. Existe una explicación en base a la economía (necesidad de recursos) y a los derechos humanos (libertad de movimiento) ¿pero no están cortadas dichas explicaciones por un eje transversal bastante traumático?

La identidad palestina es un sistema muy frágil sustentado sobre mucho dolor y sometido a muchas (o)presiones. Por ello, no es lo mismo la “palestinidad” de los altos “negociadores” e “internacionalistas” que se mueven por Europa, Estados Unidos y el resto del mundo dando conferencias, que la de un gazatí en Cisjordania, que no puede salir de la ciudad en la que esté. Por ello , que “Gaza” y “Cisjordania” sean tan diferentes y tan parecidas, sobre todo en el tiempo (y de ahí, la buena comparación de Joe Sacco sobre la Gaza de los 60 con la actual).

Y volviendo al otro lado del espejo, cierta identidad israelí no podrá reconocer nunca a los palestinos y podrán dar miles de explicaciones tautológicas al respecto (Israel es lo que no es palestino/árabe), explicando también porqué sufrieron tanto las comunidades sefarditas y mizrajim (judíos del Magreb) debido a su “arabidad” y que éstos hayan potenciado su sionismo (condición de judíos) votando a partidos de extrema derecha como el SHAS o el Likud (al igual que los inmigrantes de segunda generación votaron a la derecha en Holanda, o los “charnegos” votaran a ERC). De ahí que toda negociación sobre elementos “físicos” esté siempre pervertida por los traumas y que cada paso en las hojas de ruta esté condenado a ser distorsionado por preconcepciones, discursos de poder, juicios de valor y malinterpretaciones (recordad el triángulo del conflicto de Galtung Problema-Procesos-Percepciones).

El proceso que necesitan Israel y Palestina no tiene que estar basado en la negociación, sino en la terapia psicosocial.

Referencias:

Edward Said “Orientalismo” 1978

Slavoj Žižek El sublime objeto de la ideología ed. Siglo XXI, México

Gema Martín Muñoz El Estado Árabe. Crisis de legitimidad y contestación islamista Madrid, 2000

Johan Galtung Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia. Bilbao: Bakeaz/Gernika-Lumo: Gernika Gogoratuz, 1998.

Joe Sacco Footnotes in Gaza. Random House Mondadori, 2010

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