jueves, 3 de febrero de 2011

Divide y vencerás se dijo Mubarak al 8º día de manifestaciones

Muchísimas conclusiones se pueden sacar de las dos semanas que acaban de pasar en el mundo árabe, pero las consecuencias no podrán preverse y sólo las sabremos, algunas, en un mes, otras, las más importantes, en años.
La primera es la causa. En una mentalidad de causa efecto tendemos a buscar elementos de corto plazo que nos expliquen una situación compleja. Pero esto es imposible. Podemos hablar de la quema a lo bonzo de Don Mohamed Bohuazizi (don porque se ha ganado todos mis respetos), otros hablan del efecto twitter/ facebook y de la influencia de Al-Jazeera, pero todos estos no son más que catalizadores de factores de largo alcance que tenían que explotar. Si existe alguna causa principal, es la confianza absurda tanto de los regímenes árabes como europeos e internacionales, en que no existe una sociedad civil árabe capaz de contestar a su gobierno. En cierta medida parecía verdad, ya comenté en un post anterior como la población palestina ha sido la única que ha plantado cara en todos los países que se encontraba, y, justamente por esta condición, han sido expulsados, odiados y masacrados (septiembre negro y las matanzas de Sabra y Chatila) por sus “hermanos” árabes.
El poder del líder en el mundo árabe no es sólo militar y político, sino cultural, legítimo y sin discusiones. Así encontramos al rey Abdullah de Jordania, los Saud en Arabía Saudi, Mohamed VI en Marruecos... y los que no tenían una legitimidad real la han creado: Mubarak en Egipto, Gaddafi en Libia, Ben Ali en Túnez. Sus caras sonrientes recorren los países a modo de cartel de propiedad: “os recuerdo que todo esto que ves, es mío” y las criticas recorren el silencio o la cárcel. La red nepotista y corrupta que han creado estos líderes laicos se asemeja a la mafia y extiende su radio de influencia hasta lo más profundo de la nación.
La tercera causa, aparte de la confianza extrema en el sistema y el poder del líder, es que para legitimarse internacionalmente estos sistemas se haya envuelto de una especie de “democracia” pero completamente tergiversada por los factores anteriores: con elecciones (amañadas), partidos (familia/redes) e intereses estatales (nacionales, es decir, “si yo soy la nación, para mí y los míos”).
La cuarta, y principal, es una situación social insostenible. Siendo Egipto un país emblemático del desarrollo político y económico para el mundo árabe con Nasser, ha acabado con unos niveles de pobreza y corrupción tales que ha provocado que la gente salga a la calle sin importar por sus vidas.
Pasemos entonces a las tres primeras conclusiones después de una semana de revueltas:
Primera, el lider ha muerto. Puede que las manifestaciones en Egipto tengan éxito inmediato o no (debido a la respuesta violenta de ayer y hoy) pero desde la caída de Ben Ali el concepto del líder se ha desacralizado. Esta sacralización es la piedra angular del poder, como hemos comentado, y una vez rota no se puede volver a componer. Por ello, puede que Mubarak continúe un poco en el poder pero no podrá re-legitimarse. Y esto mismo es lo que asusta al resto de los dirigentes árabes excepto en aquellos donde el “soborno popular” es lo suficientemente poderoso para calmar a sus ciudadanos: Arabia Saudí, Libia y Emiratos Árabes Unidos.
Esta revolución popular me resulta más parecida a las de 1830-1848 que a la de 1989. No por la antigüedad, no quiero caer en el comentario naïf de ver los regímenes árabes como medievales sino por su componente conceptual. Mientras que la de 1989 fue una caída escalonada de un sistema, estas son deslegitimadoras del poder y un escalón de libertad social que no podrá volverse atrás a pesar de que ciertos países tuvieran su “Restauración”, estas revoluciones árabes son las semillas del futuro.
Segunda conclusión, los mal-llamados partidos islamistas están sabiendo jugar sus cartas. Lo que nos lleva a otra subconclusión: el análisis que hacían de la situación política era errónea (por no incluir que intencionadamente) y tergiversada. Los Hermanos Musulmanes de Egipto, Hizzbollah en Líbano y En Nahda en Túnez han decidido que es mejor ser un partido influyente que un partido en el poder. Esto implica dos cambios importantes. Primero que han dejado de ser “totalitarios” en el sentido de querer adentrarse en todas las parcelas del poder público y privado como otros partidos y regímenes sí hacen; y segundo, que están mirando más a la evolución de Turquía que a Irán como ejemplos de estrategia política. Mencionados partidos tendrán que tender a ser poco a poco desdemonizados, pero lo más importante, es que deslegitima la “lucha contra el terrorismo” interna que han legitimado a estos regímenes dictatoriales ante cierta comunidad internacional.
Tercera conclusión, los árabes se han dado cuenta de que el pueblo debe tener y tiene el poder. Los regímenes dictatoriales, al revestirse de “democracia” como ya comentamos, no puede utilizar la fuerza bruta para contrarrestar esta ola de protestas. Por ello, Mubarak se dijo al 8º día de manifestaciones: divide y vencerás. Para contrarrestar las protestas populares necesito al “pueblo”, y está utilizando a sus “redes” y fuerzas de seguridad de paisano para contraatacar a los manifestantes de la Plaza Liberación. Pero al caerse el muro del líder y debido al nivel de desesperación los manifestantes no van a dar marcha atrás con lo que sólo un cambio drástico puede acabar con la tendencia de una suerte de guerra popular que acabe momentáneamente con las protestas pero no con las reivindicaciones.
De ahí que concluyamos que sea más parecida a la revolución de 1830, porque aunque sea dentro de 18 años, todo esto volverá a aparecer. Si a esto le unimos las consecuencias geopolíticas que tendrá una vez se estabilicen los nuevos o viejos gobiernos, se hace más evidente que de aquí a diez años el malconocido como Oriente Próximo no será el mismo. Recordemos las alianzas geopolíticas de finales del s.XIX tras los nuevos Estados y tensiones. Todo ello aderezado con un Israel revisando su agenda de contactos y una guerra de contención contra Irán.
Artículos para tener una mejor opinión que la que doy yo:
SLATE "We Are Making Our Future" A dispatch from the massive protest in Cairo's Tahrir Square.
Slavoj Zizek sobre el cinismo de las potencias occidentales y demás http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2011/feb/01/egypt-tunisia-revolt

Para todo lo demás: The Guardian y Al-Jazzera