miércoles, 2 de mayo de 2007

IRRUPCIÓN DE UNA FIGURA CONTROVERTIDA EN LA POLÍTICA DE ISRAEL

2/5/2007
Invita el candidato
• Un magnate ruso aspira a ser alcalde de Jerusalén
• Su campaña se basa en obras sociales y en dotar al equipo local de fútbol del mayor presupuesto de la liga israelí
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La cara pública Gaydamak, en un acto en Jerusalén, en abril.
RICARDO MIR DE FRANCIAJERUSALÉN
Con dinero se puede comprar casi todo. Arcadi Gaydamak, el excéntrico multimillonario judío de origen ucraniano que anunció el lunes sus intenciones de ser alcalde de Jerusalén, se presentaba en sociedad a finales del 2006 con una fiesta de año nuevo por todo lo alto. Reservó el Hotel Hilton de Tel-Aviv y lo vistió con orquídeas salvajes y tulipanes para cortejar a sus mil invitados, desde modelos y rabinos a políticos del calibre del exprimer ministro Binyamín Netanyahu. Faltaba la guinda para atraer la pompa mediática que merece una bacanal de un millón y medio de euros: el cantante Enrique Iglesias y su esposa, la tenista Anna Kurnikova.El ascenso de Gaydamak, de 54 años, ha sido meteórico. Llegó a Israel hace solo siete años huyendo de la justicia francesa y desde entonces se ha dedicado, en palabras del columnista de Haaretz Uzi Benziman, a "comprar los corazones de la gente atribulada" y a edificarse, a golpe de talonario, "una estatura pública". Su fortuna, estimada en más de 1.000 millones de euros y amasada entre la Bolsa de Moscú, el comercio de diamantes y varias compañías petroleras siberianas, se lo ha permitido.Instintos primariosInicialmente apeló a los instintos primarios de los israelís. Compró el devaluado equipo de fútbol de la capital, el Beitar Jerusalén, ligado a la derecha ultranacionalista, y le dio el mayor presupuesto de la liga. Más tarde se embarcó en la adquisición de la emisora 99.0 FM, como ya hizo en Moscú, donde es propietario de Business FM y del diario Moscovskie Novosti. "La gente oirá a Sinatra o a los Beatles y pensará: 'Esa es la radio de Gaydamak'", clamaba hace poco con petulancia.Después cultivó su perfil social y político aprovechando hábilmente las grietas asistenciales del Estado israelí. En plena guerra del Líbano, evacuó a 6.000 residentes del norte para alojarlos con todos los gastos pagados en dos campamentos a orillas del Mediterráneo. Un recate filantrópico en el que se gastó más de 10 millones de euros. Unos meses más tarde se llevó a 2.000 habitantes de la localidad de Sderot, la diana habitual de los cohetes Qasam palestinos, a pasar una semana de vacaciones en un hotel de lujo en el Mar Rojo."Gaydamak ha pasado de ser un payaso a ojos de la prensa a ser la principal figura política de la comunidad rusa junto con Avigdor Lieberman", explica a este diario el politólogo Zeev Hanim. Una posición nada despreciable teniendo en cuenta que los israelís de origen ruso representan al menos un quinto de la población judía.Pero para muchos, este ambicioso ciudadano Kane que viaja por el mundo como representante del Gobierno de Angola --tiene otros tres pasaportes: francés, israelí y canadiense-- está simplemente construyéndose un paraíso legal. Francia, donde vivió casi tres décadas, le busca por presunta evasión fiscal, blanqueo de dinero y tráfico ilegal de armas a Angola. Un juez francés decidió el mes pasado juzgarlo en rebeldía por su relación con el escándalo Angolagate.Israel, donde también está siendo investigado, se niega a extraditarlo, en consonancia con su tradicional política de asilo a los judíos perseguidos por la justicia extranjera. En la misma situación se encuentran otros oligarcas como Leonid Nevzlin, Vladimir Dubov o Majaíl Brudno, reclamados en vano por Rusia. Y es que solo Gaydamak aporta a la Hacienda pública 2,5 millones de dólares al año, según el diario Yedioth Ahronoth.Votos para NetanyahuAhora, este hombre que solo había pisado Israel unos meses en los años 70 y que ni siquiera habla hebreo en público acaba de anunciar sus deseos de presentarse a la alcaldía de Jerusalén. Su otra opción política pasa por jugar la baza de su recién creado partido, Justicia Social, destinado a recabar votos para su aliado Netanyahu con propuestas socioeconómicas. Y, por qué no, a ganarse de paso la inmunidad parlamentaria.Su desembarco no ha levantado demasiada controversia en un país donde el 85% de los ciudadanos consideran a sus políticos unos corruptos y donde uno de cada tres diputados ha sido investigado. Como escribía la analista Lily Galily, "el problema con su entrada en la política es, precisamente, que ya no se percibe como un problema". Gaydamak lo tiene claro. "No tengo ninguna duda de que la ciudad entera votará por mí", dijo al Yedioth Ahronoth.

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