El pacto del hombre que nunca pactaba
El futuro del Ulster está en manos del líder unionista, Ian Paisley, que debe alcanzar un acuerdo con el Sinn Fein
WALTER OPPENHEIMER - Londres - 18/03/2007
El hombre que en 1959 incitaba a la expulsión de los católicos de Shankill Road, uno de los enclaves protestantes de Belfast; el hombre que decía que el Papa es el Anticristo y que los católicos no son cristianos; el hombre que decía que no pactaría con los republicanos del IRA-Sinn Fein "¡nunca, nunca, nunca!", ese hombre tiene el proceso de paz de Irlanda del Norte en sus manos y está a punto de aceptar un pacto que le coronaría a él, Ian Paisley, como jefe del Gobierno de la provincia y al antiguo terrorista del IRA reconvertido a político del Sinn Fein, Martin McGuinness, como su número dos.
"Blair ha estado brillante seduciendo a Paisley", dice el especialista Paul Bew
Nada es seguro -nunca nada es seguro en la política del Ulster- pero todo indica que Paisley, reforzado tras el triunfo en las recientes elecciones, ha decidido ya aceptar el compromiso histórico de pactar con el Sinn Fein y abrir así las puertas al restablecimiento de la autonomía, suspendida desde octubre de 2002. Pero está por ver que ese compromiso vaya a llegar antes de que expire el plazo fijado por los Gobiernos de Londres y Dublín: el lunes 26 de marzo.
Dicen que Ian Paisley, siempre amigo de irse a los extremos, sólo ha aceptado un compromiso una vez en su vida política. Fue en 1971, cuando fundó junto a un abogado protestante y tan extremista como él, Desmond Boal, el Partido Unionista Democrático (DUP). Paisley quería llamarle Partido Unionista Protestante, pero aceptó las presiones de Boal para cambiar la referencia religiosa al protestantismo por la referencia política a la democracia.
Al reverendo Paisley, moderador de la Iglesia Presbiteriana Libre del Ulster y ministro de los Mártires del Memorial Libre Presbiteriano, le tienta convertirse en ministro principal a sus 80 años, pero también le tienta romper los plazos establecidos.
En una encuesta publicada esta semana por el diario The Belfast Telegraph entre los 36 nuevos diputados del DUP, de los 27 que contestaron, cuatro no saben si habrá o no acuerdo, otros cuatro creen que la cosa va para largo y otros cuatro dicen que todo depende del Sinn Fein. Los 15 restantes creen que más pronto que tarde habrá acuerdo, pero sólo cinco piensan que será antes del día 26 o justo después de acabar el plazo. Los demás creen que será antes del verano -es decir, antes de que Blair se jubile- salvo dos, que creen que será después del verano.
El propio Paisley ha dado bastantes pistas a favor del acuerdo, pero nunca lo ha dado por hecho y jamás se ha sentido públicamente obligado por el calendario. El líder unionista se ve con las manos libres después de su triunfo electoral. No sólo porque ha quedado claramente como el primer partido (36 escaños frente a 28 del Sinn Fein, 18 de los unionistas moderados del UUP y 16 los nacionalistas católicos del SDLP) sino porque los extremistas, los unionistas disidentes que concurrieron a las elecciones proclamando su absoluta oposición a pactar con el Sinn Fein, fracasaron de manera espectacular. Igual que los republicanos opuestos a la decisión del Sinn Fein de reconocer a la policía de Irlanda del Norte si se restablece la autonomía. "Puedo ir un poco más lejos porque la gente está conmigo", ha declarado estos días.
De alguna manera, Paisley aparece por primera vez como un hombre de centro. En su mismo partido está entre el sector que aún es reticente al compromiso histórico y los pragmáticos que creen que es el momento. Incluso sus relaciones con Tony Blair, tradicionalmente difíciles, parecen atravesar un momento dulce. Según el diario The Guardian, el muy creyente primer ministro ha echado mano de la religión para conquistar al duro Paisley. El líder unionista ha confirmado que en el último año se han intercambiado libros sobre religión. "Hemos compartido libros que creía que sería bueno para él leer y estoy seguro de que los ha leído. Siempre lleva libros consigo", ha declarado el reverendo al diario.
Paul Bew, profesor de política irlandesa en la universidad de Queens, en Belfast, y recientemente nombrado lord, cree que "Blair ha estado brillante seduciendo a Paisley". "Es la más increíble historia de amor, el último gran romance blairista", opina lord Bew, en tiempos asesor de David Trimble, entonces gran rival de Paisley.
Pero el dinero, mucho más que el amor, puede acabar siendo la llave que abra las puertas del compromiso, el restablecimiento de la autonomía y el final simbólico del conflicto de Irlanda del Norte. Paisley -y en esto todos los partidos están de acuerdo- quiere un sustancial paquete financiero, que algunos calculan en 1.500 millones de euros y que incluye la eliminación del nuevo sistema de tasas al consumo de agua en la provincia.
Los partidos norirlandeses quieren también un nuevo sistema fiscal que reduzca al 12,5% el tipo del impuesto de sociedades, la fórmula mágica que ha permitido a la República de Irlanda -bien cebadas las arcas públicas con ayudas de la Unión Europea- pasar de ser uno de los países más pobres a ser uno de los más ricos de Europa. Al menos en las estadísticas de riqueza media por habitante.
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